jueves, 10 de diciembre de 2009

Para después de mi muerte quedarán...

El tiempo es una ilusíon. La muerte, otra ilusión más.


"¡Cuando yo ya no sea,
serás tú, canto mío!"
(Para después de mi muerte,
Miguel de Unamuno)

Para después de mi muerte quedarán
miles y miles de primaveras,
cientos de flores queriendo brotar
con su esencia pasajera.

Millones de hojas caerán
lentamente hacia la tierra,
cada vez que la brisa otoñal
desee jugar con ellas.

¡Y cuantas nevadas habrá!,
y sobre todo, cuantas estrellas;
cuantas lágrimas llorarán
cuando alguien a mi lado venga.

Faltarían números para contar
los besos, las caricias, las sorpresas;
las tardes que se van sin mas,
las mañanas que llegan como nuevas.

Para después de mi muerte quedarán
tantos libros por leer y poemas,
tantas canciones que poder escuchar
y que escucharán otras orejas;

cientos de manos por apretar,
y cuantos nombres que esperan
por aprender a pronunciar,
ante una sonrisa ajena.

Cuantas puertas por abrir y por cerrar,
cuantas llaves a las que dar vuelta;
y atardeceres que contemplar
sentado junto a ti en la arena.

Algunos ya no podremos estar
aquí cuando todo eso suceda;
quedarán muchas cosas por narrar,
pero eso ya será tarea vuestra.

Para después de mi muerte quedarán
de mí, solamente estos versos,
en los cuales espero, ciegamente, retornar,
cuando tu boca los pronuncie de nuevo.

Manuel Alejandro Cruz
(Hasta el nombre de los titanes es tragado por la arena...)

viernes, 4 de diciembre de 2009

Los que estábamos allí

Sólo es el principio, acabamos de despertar.

PD: Madrugando, como siempre.


Los que estábamos allí no teníamos ni idea de amaneceres;
ni idea del aroma a café, del sabor de un beso.
Habíamos perdido en otra vida la noción del tiempo
y la gloria alcanzada en otra época no era siquiera
parte de nuestros recuerdos.

Contemplábamos ansiosos aquella bruma matutina
y tras el rocío esclarecedor, mirábamos el suelo atestado
de cadáveres de gorriones y tumbas de golondrinas.
¡Cuantos sueños asesinados por las lágrimas!, pensábamos,
cuando había millones de lágrimas
asesinadas por los sueños.

Pero al no tener ni idea de su consistencia,
nos tumbamos en aquel suelo, putrefacto e insistente,
y haciendo un paréntesis largo y absurdo,
nos sumimos en otro sueño primaveral
para darle más sentido a la inexistencia
de toda conocida realidad.

Nuestra conclusión fue rápida y mutua,
se posó igual que una margarita sobre una cabellera.
Y con nuestras manos temblorosas atrapamos la verdad,
la encerramos, la capturamos, la moldeamos,
y por fin logramos que, poco a poco,
tortuosa y plácidamente, desapareciera.

Los que estábamos allí no teníamos ni idea de amaneceres,
y la vida tampoco tenía idea de que hacer con nosotros.
Al final todos lo sabíamos, pero preferimos el silencio,
y vivir condenados viviendo de las ilusiones;
al ver que el universo, de quien menos se esperaba,
no tenía ni idea de nuestras decisiones.


Manuel Alejandro Cruz
(No recuerdo de dónde salió esta foto... pido disculpas)