viernes, 20 de noviembre de 2009

Detesto

Detesto, por ejemplo, cuando los versos no quieren salir.



Detesto las discusiones
sin sentido
(es decir,
todas en general),
cuando los grupos se separan
y los amigos no se hablan.

Lo detesto casi tanto
como levantarse
sin recordar
lo que hemos vivido.
Perdón,
soñado.

Casi tanto
como cuando el pecho arde,
y la boca calla,
y las manos tiemblan.
Las palabras entonces
se queman dentro de nosotros...
se consumen.
Perdón,
nos consumen

Detesto también el tiempo
que pasa sin saludar
y nos pisa;
y lo detesto casi,
casi tanto como
al aire
que sin remedio,
nos respira.
Perdón,
respiramos.

Y así,
detesto
muchas cosas,
y entre ellas,
este intento de poema,
que aunque quiera,

no es
más que prosa.
Perdón,
confundida prosa.


Manuel Alejandro Cruz

(Por cierto, he dejado mi reloj en casa para olvidar por un rato que somos esclavos del tiempo)

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