miércoles, 31 de marzo de 2010

El paseo de la nada

Porque, como decía Unamuno, todo no es sino nada, nada, nada... y hedionda nada que al soñarla apesta.


"God keep His Oath to Sparrows-
Who of little Love- Know how to starve-"
(690, Emily Dickinson)


- ¿Quién eres?
Me preguntó un día.

- Soy nada- le dije
y me creyó.

Paseamos juntos
por la tarde,
mientras el parque caía.

Detallamos el vuelo de los pétalos
y vimos a los gorriones abrirse.

Más de una vez cerraste los ojos,
me preguntaste por el sueño
y por la ilusión

y te respondí con silencio,
pisando la tierra que pisabas.

Me creíste de nuevo.

Apoyamos la espalda contra el césped fresco;
el cielo nos observaba con curiosidad;
las nubes buscaban formas en nosotros,

nos pusieron nombres.
- Destello- dijo una.
- Paraíso- dijo otra.

Una hoja se desmayó a nuestro lado,
posó su cuerpo inerte
y me preguntaste
qué estaba pensando.

Pinté entonces un castillo
en la palma de tu mano,

y tu, de nuevo,
me creíste.

Luego llego el momento
- Tengo que despedirme-
dije
y una lágrima se aferró a tu mejilla.

- Permíteme-
y la maté frente a ti.

- ¿Quién eres?-
preguntó de nuevo.

- Soy nada- le dije,
y esta vez
no estoy muy seguro
de si me creyó.

Manuel Alejandro Cruz

(Nunca fuimos capaces de cruzarlo, ni tampoco de surcarlo...)

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